Estados Unidos y Japón alcanzaron un nuevo acuerdo comercial estratégico que evita un escenario de recesión global y restablece la confianza en los mercados. La decisión, anunciada este 23 de julio de 2025, reduce significativamente los aranceles a productos japoneses —en particular los automóviles— y fortalece la cooperación económica bilateral.
La medida llega justo a tiempo para frenar un aumento arancelario del 25 % que estaba programado para entrar en vigor en agosto. En su lugar, ambas partes acordaron un techo del 15 %, considerado por analistas como un nivel “técnico y manejable” que permite retomar la planeación a largo plazo para industrias clave.
Inversión japonesa récord en EE. UU.
Además de los ajustes arancelarios, Japón se comprometió a realizar una inversión sin precedentes en Estados Unidos: más de 550,000 millones de dólares a través de préstamos y garantías dirigidos a sectores estratégicos como medicamentos, energía limpia, defensa y semiconductores. También incluye la compra de 100 aviones Boeing y un incremento en gasto militar con empresas estadounidenses.
Estos compromisos fortalecen la posición de EE. UU. como socio comercial prioritario de Japón, en un contexto de tensiones geopolíticas y creciente presión sobre China y la Unión Europea para establecer pactos similares.
Impacto inmediato en los mercados
El efecto del acuerdo fue inmediato. La bolsa japonesa subió más del 3 %, liderada por las automotrices. El índice Nikkei alcanzó su nivel más alto en un año. En Europa, empresas como BMW, Volkswagen y Volvo registraron alzas ante la expectativa de que un acuerdo similar podría beneficiar a la región.
En Oriente Medio, los principales mercados bursátiles también reaccionaron con optimismo, impulsados por un renovado apetito global por el riesgo. En EE. UU., el acuerdo disminuye las presiones inflacionarias y podría abrir la puerta a futuros recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
Presión para China y la Unión Europea
Con este precedente, todas las miradas ahora están sobre China y la Unión Europea, quienes enfrentan plazos similares (como el 1 de agosto) para renegociar sus términos comerciales con Estados Unidos. Si no se alcanza un consenso, podrían enfrentar aranceles de hasta el 30 % o incluso superiores.
El gobierno estadounidense ha dejado claro que este modelo de aranceles entre el 10 % y 15 % podría convertirse en el nuevo estándar para relaciones comerciales internacionales, lo que implicaría una transformación sustancial en la arquitectura del comercio global.
Temas pendientes y críticas internas
A pesar del optimismo general, hay temas aún sin resolver. El acuerdo no incluye los aranceles del 50 % al acero y aluminio japoneses, lo que genera preocupación entre industrias metalúrgicas y energéticas. Además, sectores automotrices de México y Canadá han expresado su descontento, señalando que el acuerdo podría perjudicar la competitividad norteamericana al beneficiar solo a Japón.
También persiste el debate sobre el impacto a largo plazo de estos aranceles intermedios, que aunque menores al 25 %, siguen representando una carga adicional en tiempos de desaceleración global.
Este nuevo acuerdo comercial entre EE. UU. y Japón representa un alivio para los mercados, un impulso estratégico para ambos países y una señal clara para el resto del mundo: la era de los acuerdos unilaterales y la incertidumbre está dando paso a pactos bilaterales más predecibles, aunque no exentos de tensiones. La economía global respira, por ahora.
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Con información de Reuters